El duro labor de una mujer policía durante la manifestación del 8M
Más que un artículo, me gustaría narrar los hechos sucedidos durante la manifestación del 8M, a través de los ojos de una mujer perteneciente al cuerpo de policía, y poder ser la portavoz de muchas mujeres policías que no pueden alzar la voz, ser escuchadas, y menos ser leídas. Y ocupo este medio para poder expresar un poco nuestro sentir.
En medio de la confusión y podría decir que del caos, nos encontramos cuatro compañeras juntas tomando el escudo firmemente, resistiendo el ardor en los ojos, cara, picor en la nariz, y estamos tratando de poder respirar correctamente, para poder aguantar y continuar como nos indica el Jefe que nos está gritando que resistamos, grita y dice "no pasa nada", "no pasa nada", miro a mi alrededor o hasta donde me permite la visibilidad de mis ojos, y lo incómodo de mi casco, para observar a mis compañeras, ya que nos estamos empujando para apoyarnos, para no bajar los escudos, porque nos están empujando y aventando botellas, piedras; y en seguida una compañera grita: "rayos nos volvieron a echar una bomba más de gas pimienta"; y claro cuando apenas nos estábamos recuperando del anterior, y en seguida el Jefe, vuelve a gritar: "resistan, resistan"; de repente se escucha un grito de una compañera que no distingo de dónde viene, entre tanta confusión, y grita: "agua, agua, rápido que es cloro, es cloro"; y distingo que otra compañera corre rápido y enseguida regresa, echando agua sobre el rostro de la compañera a la que le habían echado un líquido transparente, se limpia con su playera y continúa con su labor.
Mientras tanto, las compañeras que están enfrente están resistiendo el calor intenso provocado por las llamas sobre los escudos, no distinguimos quién o quiénes son las que hacen los disturbios, solo se miran mujeres encapuchadas, y que están encendiendo los escudos.
De repente ya me encuentro enfrente de la valla, con mi escudo lo recargo a un costado del muro lo subo y le gritó a la compañera que se encuentra detrás de mí, ensambla tu escudo con el mío, observo rápidamente el panorama, veo gente con capucha golpeando los escudos, arrojando objetos, veo como traen en sus manos martillos, macetas, picos, (¡Si, como lo están leyendo, picos! Y eso no salió en televisión), y eso solo son algunas de las cosas que observé; miro como aún costado del enfrentamiento, está el personal de protección civil, están los reporteros tratando de tomar la mejor foto de la manifestación, pero a su vez cuidándose de no ser lastimados.
¿Qué es eso?, ¿Qué es eso?, grito cuando siento caliente por debajo de mis pies, bajo la mirada y alguien con capucha me está quemando con un soplete; afortunadamente una compañera chaparrita me cubre con su escudo, dejó de sentir ese calor intenso, cuando de nuevo, arrojan otro gas pimienta, voy a dar a la parte de atrás de la valla y nos empezamos a pasar botellas de agua para ponernos en la cara sobre el cubrebocas, escuchó gritar a unas compañeras: "que les den agua", llega otra y le avienta agua en la cara y le dice que respire profundamente y tranquila por la nariz para que aguante; y todo a mi alrededor son imágenes que se repiten una y otra vez; todo es caos, desesperación, angustia...
Poco a poco nos va ganando el ardor y picor en nuestros rostros; nos movemos cada que las arrojan y explotan, dejamos de cubrir la valla, llegó el momento en que ya no resistimos y eso es más que obvio; y claro, corrimos en sentido contrario a dónde se encontraban las manifestantes; por un momento pensé que nos iban a perseguir y nos iban a continuar agrediendo, pensé que estábamos totalmente indefensas, muchas por varios segundos o momentos perdimos la visibilidad, por el lagrimeo constante, y otras empezaron a sentir que no podían respirar, y aunque entre varias compañeras no nos conocíamos, nos apoyamos para resguardarnos del peligro constante.
Con la última bomba que arrojaron, mis compañeras empezaron a vomitar, y me percato de que compañeras conocidas ya no están a mi lado, las pierdo de vista, las empiezo a buscar mientras voy ayudando a las demás que necesitan agua, encuentro a una compañera de mi grupo, dice mientras está en shock: "ya no puedo más", y si se nota que no puede más, y no puede respirar, le quito inmediatamente el casco y el escudo, la tomó del brazo y comienzo a caminar con ella hacia lo que parece ser la salida, hacia donde todas van, en el transcurso encuentro a una de mis amigas, me ve y empieza a llorar la abrazo y de repente llega otra, volteó y llega la última, una de ellas me ayuda con el escudo de la otra compañera y nos vamos juntas y cómo podemos a la salida.
Llegamos después de un buen rato a la calle Corregidora, y veo como todas nos empezamos a sentar en la jardinera que se encuentra aún lado de la Suprema Corte; quisiera que en esos momentos vieran las caras de mis amigas, compañeras, mi cara, y verían que no son rostros de opresores como muchos y muchas nos hacen llamar...
Cómo de sonrisas y carcajadas que teníamos de la mañana, ahora son risas que se borraron por un instante, se fueron para volverse rostros de shock, miedo, angustia; nuestro rímel se encuentra escurriendo sobre nuestras mejillas, mezclado entre sudor y lágrimas.
Sí el objetivo de la manifestación era arremeter en contra de las mujeres policías, déjenme decirles que lo lograron; las versiones de las noticias, de las redes, y las versiones de lo que realmente paso, son muy contradictorias. Nosotras también fuimos objeto de la violencia infringida por algunas personas, y estás vez fuimos víctimas de esas personas.
Sabemos que la lucha sigue por las mujeres desaparecidas, violadas, abusadas, violentadas y que hoy no están aquí, pero un cambio no está en la violencia; la violencia crea más violencia, y si quieren comprar este hecho, con datos históricos que se levantaron en armas, y supuestamente a través de violencia se obtiene todo; recuerden que realmente nunca tuvimos independencia y nunca tuvimos revolución, así que cambiemos los modos para no sé qué quede en un hecho frustrado, porque yo también soy feminista. Y lucho día a día por el bien de nosotras.
Autor: Alma Osorio